
El 9 de Marzo precipitó los acontecimientos en el seno de Izquierda Unida. Tocaba ya celebrar Asamblea Federal, pero aún era más urgente afrontarla una vez conocidos los resultados: había que trasladar hacia fuera el mensaje de que reaccionábamos, y no nos comportábamos como si aquí no pasara nada.
Sin embargo, conviene no confundir las cosas: nadie en su sano juicio puede pensar que de aquí al verano podemos afrontar la reflexión que toca en toda su profundidad, renovar la dirección y dar el asunto por zanajado. Cada vez existe más consenso en torno a la idea de que lo que hagamos dentro de unas semanas (aún no hay fecha, que yo sepa) debe ser solo el punto de partida. Y es que, seguramente, es el momento de afrontar sosegadamente algunos debates que hemos ido aparcando durante bastante tiempo.
Es por ello que no me pareció la mejor fórmula la de la Comisión creada para organizar la Asamblea. Nada que objetar en torno a la idea de un órgano unitario que asuma buena parte de las competencias de la dirección; al contrario, me parece un avance y un buen gesto. Nada en contra en torno a las personas en particular que la conformaban. Pero
los criterios para su composición no parecían los más adecuados: ¿podemos salir del enfrentamiento permanente asignando cuotas a diversas sensibilidades para que rellenen el cupo a su antojo? Me habría ilusionado ver que desde unos sectores y otros se estaba dispuesto a meter a personas que no estuvieran quemadas en peleas anteriores, y que generaran consensos amplios. Las hay. Y no sé si finalmente cada cual habrá elegido bien, pero si así ha sido, no es gracias a los criterios establecidos sino al buen tino de la parte en cuestión. Para empezar, ya vemos que no ha sido un buen método para asegurar la paridad.
Y en segundo lugar, tampoco resultaba razonable el criterio seguido para representar a los territorios. O das presencia a las federaciones o no lo haces y tienes interlocución posteriormente, pero eso de meter solo unas pocas no se termina de entender. Solo hay diez, y nos hemos quedado fuera las más pequeñas: no parece el mejor método para garantizar la participación igualitaria de todas las personas afiliadas.
No sé, seguramente no hay soluciones fáciles, pero uno espera soluciones más audaces e imaginativas en un momento tan crítico como el actual. Y la cosa sonaba a aquello de "no convienen cambios en tiempo de mudanza".
En la Presidencia que aprobó la composición de dicha Comisión, algunas personas compartían algunas de las cosas que he señalado e hicieron una propuesta. No sé si la mejor, ni la más acertada, pero una propuesta que, más allá de su enunciado concreto, pretendía ser un toque de atención sobre los métodos. Se propuso incorporar a cuatro personas jóvenes, que no hubieran estado en primera fila en nuestras broncas internas. Era evidente que cuatro personas no iban a cambiar gran cosa, se trataba de un gesto más que de otra cosa. Pero no fue posible: ante la mera propuesta, algunos montaron en cólera e impidieron incluso que se votase. Es muy difícil para alguna gente entender que una propuesta puede no ir dirigida a reforzar a tal o cual grupo, no sea un intento velado de ampliar tal o cual cuota, o sea un movimiento táctico. No digo nada si encima ven que en la propuesta iban nombres de personas que han defendido posiciones muy diferentes en los últimos tiempos: algún turbio pacto habrá por ahí.
Nada de eso, por desgracia para los intrigólogos. Solamente fue una reacción precipitada ante la perspectiva de que volvíamos a las andadas, impulsada y apoyada por personas que seguramente llevan años votando cosas diferentes con voluntad de superar ese escenario. Y, evidentemente, es una alegría que piensen en tu nombre para formar parte de una propuesta así.
Finalmente la Comisión ha revisado la propuesta y ha aceptado que entren dos personas: los proponentes han vuelto a llamarme para que me incorpore junto con Amanda Meyer. Y ahora toca el momento de afrontar lo que eso supone: o demostramos que no se trata de cubrir una cuota más o la gente pensará, no sin motivo, que se trata de una mera revuelta de capitanes para tratar de hacerse un hueco a golpe de fecha de nacimiento.
Es por ello que abro hoy este blog. No soy demasiado optimista acerca de lo que podamos lograr en tan poco tiempo y con tan débiles mimbres en la Comisión. Tampoco tengo la seguridad suficiente como para creer que mis aportaciones vayan a ser muy valiosas. Pero lo que sí tengo en mi mano es contribuir a la máxima transparencia y el máximo de participación en este proceso. Haré propuestas en ese sentido en las reuniones, pero empezaré por mí mismo: este blog servirá para que, aquellas personas a las que les interese, puedan obtener más información acerca de cómo se va trabajando y a su vez para que trasladen propuestas e ideas.
Quiero hacerme eco especialmente de las propuestas de aquellos que tendrán menos voz en el proceso tal y como ha sido diseñado: las federaciones que no participan en la Comisión, las minorías, las iniciativas desde las bases... Sin demagogia: no pienso defender nada con lo que no esté de acuerdo, claro está. Ahora bien, creo que, por lo que voy leyendo es muy posible que podamos llegar a acercamiento en cuestiones de mínimos, de cómo debe ser este proceso, entre personas de muy diversas procedencias. Las propuestas que vayan por ese camino, serán bienvenidas. A vuestra diposición quedo.